VIDA, AMOR Y AUTENTICIDAD

Hace 7 días, el día de San Valentín de 2021, se fue un ángel.

Hace 8 años, en 2013, le conocí. Se llamaba Irma.

La vida no es justa. Aun así merece la pena.

Dos personas vivas, y un ángel que ya no está, dan fe de ello.

Tres personas extraordinarias.

Gracias infinitas, por vuestro ejemplo de vida, amor y autenticidad.

Gracias Irma. Gracias Manuel. Gracias Aitor.

El Ser de la Vida os ha bendecido. Gracias. Eduardo.

 
Manuel, Irma y Aitor

Manuel, Irma y Aitor

 

Testimonio del Practitioner de PNL 2012-2013.

 
Manuel e Irma

Manuel e Irma

 

Hola Eduardo. Irma y yo nos lo hemos pasado muy bien con todos vosotros en este curso y hemos aprendido y disfrutado un montón. Queremos más. Y si nuestros complicados horarios nos lo permiten, el próximo curso nos tendréis ahí como alumnos del Máster en PNL. Un abrazo grande y gracias por todo.
Manuel Ramírez Torres. Julio 2013.

Este curso de Practitioner en PNL me ha permitido eliminar algunas fobias y modificar algunas conductas. Laboralmente me ha ayudado a poder comunicarme mejor con mis clientes y por consiguiente a generar más dinero. Eduardo, me gusta cómo haces que todo me quede más claro, explicándolo de varias maneras diferentes.
Irma Rodríguez Villanueva. Agosto 2013.
Responsable de la Bolsa de Trabajo de la Universidad de Barcelona.

 
Y el Gorrión Voló

Este escrito va indudablemente dedicado a Irma Rodríguez Villanueva (27.01.1982 – 14.02.2021), a quien siempre llamé Mini, y que ha sido mi compañera durante algo más de 20 años.

Nos conocimos por Internet a finales de 1999. Ella vivía en su ciudad natal: México DF (ahora, Ciudad de México). Yo estaba en la mía: Barcelona.

Ambos estudiábamos casi la misma carrera (yo, Economía; ella, Administración Industrial). Y nos empezamos a enviar un mail cada día, contándonos anécdotas de nuestras diferentes culturas y lo que nos pasaba en el día a día.

Durante cinco años nos escribimos todos los días. Ella me decía que imprimía los extensos mails que le enviaba (de dos o tres páginas cada uno) y los guardaba en un cofrecito. Al poco tiempo bromeábamos y yo le decía que ese cofre debía tener ya un tamaño considerable.

Al poco tiempo de empezar a escribirnos, ella me dijo que terminaríamos juntos. ¡Qué capacidad de predicción! Sigue leyendo y entenderás por qué lo digo.

El día 23 de julio de 2004 llegué a México con todos los miedos e ilusiones metidos en la maleta que había preparado para pasar allí dos semanas. Estaría alojado en casa de sus padres, pues habíamos ido creando una amistad robusta y me habían invitado a visitarlos.

No perdí el tiempo. En esos días le propuse una visión de vida: venir a vivir a Barcelona conmigo, estudiar juntos un máster en la Universidad de Barcelona, trabajar conmigo y, si le gustaba la experiencia y la relación, quedarse conmigo.

Así lo hizo. No vino conmigo en el viaje de vuelta, pero arregló papeles y cerró temas lo más rápido que pudo y vino a Barcelona por primera vez el día 08 de octubre de ese mismo año (mi cumpleaños).

Nos casamos sólo un año y cuatro meses después, el 02 de febrero de 2006 en medio de unas circunstancias muy especiales, pues mi padre y su hermano estaban gravemente enfermos.

Tiempo después, aunque con historias muy diferentes, ambos fallecieron.

Vivimos como quisimos. Desde el primer momento nos hicimos a la idea de que éramos una pareja especial y diferente al resto. Profesionalmente también teníamos un modo de ver la vida que se alejaba del estándar (sueldo, horario, jefe y vacaciones).

Desde mediados de 2007 ambos decidimos dedicarnos en cuerpo y alma a ayudar a la mayor cantidad de personas posible en su crecimiento personal. Yo era siempre el que se ponía al frente y ella era mi eterno apoyo.

Poco a poco se fue dando cuenta de lo grande que era. Aunque yo lo vi mucho antes que ella (y creo que antes que nadie). Por eso la llamaba Mini, porque medía sólo un metro cincuenta, pero su tamaño se medía desde la cabeza hasta el cielo, de donde se había caído.

En 2011 me animó a que escribiera mi primera novela de desarrollo personal, El regreso de Max. En ella aparece un gorrión llamado Mini, que es una especie de voz de la conciencia y coach del protagonista. Obviamente, aunque de forma inconsciente, yo era Max y ella (esto sí lo hice conscientemente) era ese gorrión sabio y bueno.

Habría sido más acertado quizás ejemplificar a Mini con un águila, por lo alto que volaba (siempre por encima mío, a nivel de conciencia y de inteligencia en casi todos los aspectos). O quizás con una gallina, porque era muy cuidadora de sus polluelos (empezando por un servidor y siguiendo por nuestros socios, colaboradores, amigos, alumnos…).

Aunque en realidad no era ni lo uno ni lo otro, sino un ángel. Un ángel pequeño y sin alas. Un ángel con un sentido del humor que compartíamos y que ponía nervioso a más de uno. Un ángel que siempre lo dio todo para los demás.

Un buen ejemplo de esto último sucedió en 2018 cuando, ya separados desde hacía dos años porque finalmente acepté que me gustaban los chicos, ella me apoyó y me insistió para que me atreviera a dar el paso y empezara mi relación con Aitor, mi pareja desde entonces.

Vivimos físicamente separados durante algo más de año y medio. Pero nos veíamos de forma continua, compartiendo muchos momentos en sala con nuestros alumnos, y además nos llamábamos cada día.

Nunca dejamos de ser los mejores amigos y confidentes. Incluso aunque ella tuviera una relación con otro hombre y yo estuviera con Aitor.

En diciembre de 2020, en unas circunstancias rocambolescas, nos divorciamos para que pudiera formalizar su relación con su pareja y ese mismo día volvimos a vivir juntos, pues aquella relación terminó de forma abrupta. No entraré en detalles porque atañen a una tercera persona.

El caso es que, en cierto momento, fue Aitor quien le dijo que no se iba a quedar en la calle, que éramos su familia y que se venía a vivir a casa con nosotros.

 
Abrazo

Ver a mi exmujer y a mi novio abrazados,
llorando y diciéndose “te quiero”
fue algo que agradecí enormemente y que no olvidaré jamás.

 

A partir de ese día, la Mini pasó las siguientes 10 semanas con nosotros. A pesar de su grave enfermedad, vivimos ese tiempo como habíamos vivido siempre: desde el humor, el pensamiento positivo, la esperanza y la ilusión hasta el final.

Hemos compartido poco tiempo (o mucho, si tengo en cuenta desde que nos conocimos hasta ahora). Ha sido fabuloso y lleno de muestras de amor por parte de todos. Y con un broche final: cuidar de ella entre los tres, dándole todo el cariño del mundo.

El miércoles por la noche empeoró mucho. El jueves ya la sedaron para que no sufriera dolores de cabeza. Y a partir de ahí se fue yendo, apagándose cada vez más.

Y el gorrión voló. Finalmente, se fue de este plano.

Te quisimos, nos quisiste y te fuiste volando para seguir cuidando de nosotros desde arriba. Allá donde estés ahora, descansa y espéranos, que llegaremos en un tiempo.

Y ahora, quien quiera dejarle un comentario puede hacerlo aquí abajo. Ya que esta despedida en tiempos de pandemia obliga a hacer las cosas de forma diferente a como estamos acostumbrados, ponemos a vuestra disposición este medio para quien quiera mandarle un mensaje de despedida. A ella le habría gustado que fuera así, porque le encantaban las nuevas tecnologías y estaba siempre pegada al móvil y a su ordenador.

Manu Ramírez
Director General ESINEC

 
Irma Rodríguez Villanueva